VIDA Y LUCHA.
Retrato entrañable y comprometido de Pere Cuadrado, histórico activista barcelonés.
En medio de las batallas nunca lo he visto mandar pero tampoco obedecer ciegamente. Tampoco lo he visto a la vanguardia, él siempre se adelanta cuando se lo pide el cuerpo o cuando ve que es necesario, que va a servir para algo.
Dice a menudo: “ jo he nascut per ser un soldat, un soldat del moviment. Jo no he nascut ni per capità ni per coronel”. Un soldado un tanto disciplinado que no se hace caso ni a sí mismo. Que a veces llega tarde y se va el primero y a veces llega pronto y se va el último.
En su equipo son imprescindibles su gorra, su bastón y su bolsa de congresista “young urban profesional.”
Sus armas: carteles con consignas y recados, que él mismo ingenia. La sabiduría que le robó a la vida y la locura que ésta le prestó.
Con estas tres cosas se planta delante de la policía y de quien haga falta, al “estilo Tian’anmen”.
La fuerza la saca de sus recuerdos, del poso que le dejó el gimnasio y de la mala leche en general. También le cargan las pilas sus nietas cuando van a verle a casa.
Si alguien no lo conoce cuando pasea por el barrio, es porque no es del barrio y, si alguien no lo ha fotografiado en una manifestación es porque no es fotógrafo o se le ha muerto el móvil.
Arrastra el recuerdo de un niño que iba a visitar a su padre a la cárcel, la misma a la que le fueron luego a visitar a él y la misma que no quiere para nadie, pero sale pronto del recuerdo cantando coplas, tangos, pasodobles y hasta rap con los jóvenes del Raval, pues hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas.
“ Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas”
Fragmento del poema ” Vientos del pueblo me llevan”, de Miguel Hernández.